Pixie Corpse.
martes, 23 de septiembre de 2014
Quiza
Pixie Corpse.
martes, 28 de septiembre de 2010
Manikí
El Vestido Rojo
Hoy, como cada día espero sentado en esa banca, esperando en la lejanía ver acercarse tu figura, escuchar tus pasos al andar, mirar tu cabello ondear al viento y de ellos percibir el rastro de tu aroma, que al cabo de pocos minutos se desvanece en el aire, como si de una ligera caricia se tratase, como si supieras lo mucho que te admiro y me agradecieras a escondidas, oculto a los ojos perversos de la sociedad que camina apresurada por las mismas calles donde secretamente nos encontramos, una caricia de complicidad, que sólo tu y yo conocemos.
Cada día te espero ver andar por esta calle, espero admirar esa belleza, espero por esa caricia atraída por el viento, y siempre recuerdo ese vestido rojo con el cual te viera la primera vez, ese vestido rojo sangre.
Y así han transcurrido mis días desde entonces, desde esa primera vez, ya hace 5 meses, desde que tu adusta figura angelical pasó frente a mis ojos desesperados y amoratados de tantas noches en vela, con tu vestido rojo; nunca me atreví a hablarte, ni a seguirte, ni siquiera se a donde te diriges, simplemente me siento aquí, a esperar. Y las horas pasan, hoy te has tardado más, levanto la vista y con alegría miro tu silueta acercarse, trato de contener las lágrimas de felicidad al verte, aunque se que no sabes que cada día estoy allí solo para ti. Más cerca, eso es, déjame admirar la belleza de tu rostro, las delicadas líneas que conforman la belleza de los ángeles caídos…..pero….¿que es esto?… acaso las deidades que se encuentran en las alturas se apiadan de mi, y me permiten de nuevo admirarte en ese vestido rojo, tal como la primera vez. Mis ojos se iluminan con tu presencia, y una extraña sensación brota desde mi decaído pecho, allí, si, donde se encuentra el corazón, siento su palpitar creciendo cada vez más, amenazando salir de mi pecho y mostrarse ante ti deteniendo tu avance, y el dulce aroma que emanas llega de nuevo a mi, como cada día, traído por el viento, tu caricia, la única atención que he logrado obtener de ti, y mi corazón late aún más deprisa, y esta vez, decidido a dejarle mostrarse, me levanto de esa banca que tanto tiempo ha resistido el peso de mi ser, voy tras de ti.
Casi que podría seguirte a ciegas, el aroma traído por el viento me lleva hacia donde estés. Después de un rato de seguirte, eres tu la que se detiene, y se sienta en una banca, al parecer también a esperar, ¿Qué podría esperar una dama como tu, que con una sola mirada obtendría en segundos lo que quisiera?
La respuesta no tardó en llegar, un joven apuesto se acercó a la banca donde mi ángel esperaba, y ella al verle sonrió alegre, se levantó y en un profundo abrazo se unieron….¿que locura es esta?.....¿que acaso no aprecia el amor que le profeso?.....¿porque hace esto conmigo?....
¿Será que ese demonio de tez cándida pretende robarse el ángel al que he dedicado mi vida?...No lo permitiría…será mía y de nadie más…
De nuevo me senté en una banca, a esperar, a que aquellos amantes se alejaran uno del otro, y el latir de mi pecho se había extinguido por completo, el ardor que había sentido en él, se había convertido en un frío total…sólo un par de horas fueron necesarias para empezar a llevar a cabo mi plan, los dos, ángel y ladrón, se despidieron con un apasionado beso, y promesas de verse al día siguiente…..No lo permitiría….no habrá mañana….Nuevamente me levanté, y seguí a mi princesa, desandando todo el camino, hasta la banca en que me encontrase todos estos 5 meses, y más allá, hasta su hogar. Espere unos minutos, observando su casa desde afuera, buscando una entrada, la cual logré encontrar, accidentalmente, quizá, había dejado una ventana abierta, y por ella entraba yo ahora en los aposentos de mi amada. Ella, sin advertir mi presencia, peinaba sus cabellos, su aroma inundaba la habitación y me hacía enloquecer, aún tenía su vestido rojo puesto, era una diosa. Me acerqué a ella, mientras las lágrimas salían enloquecidamente desde mis ojos, lágrimas de tristeza, de dolor….¿Como pudiste hacerme esto a mí?... ella escuchó mi llanto, volteó su hermosa figura hacia donde yo estaba, y su rostro cambió a una extraña expresión de sorpresa…¿Por qué?...
Tenía que hacerlo, saqué el cuchillo filoso y brillante, que llevaba escondido entre mi ropaje, y me acerqué a ella diciendo frases incoherentes e incomprensibles, no sabía lo que decía, y las lágrimas seguían fluyendo por mi rostro, su expresión cambió de sorpresa a terror al ver el brillo del frío metal, sin embargo no pudo gritar, ni siquiera cuando el filo asesino del cuchillo traspasó su hermosa y delicada piel……una….dos….tres…cuatro veces…..y su sangre se mezclaba con su vestido rojo, aquel hermoso vestido con el que se veía tan bien, ese vestido, el cual ahora disimulaba todo rastro de mi crimen. Sus hermosos y brillantes ojos, me miraban con expresión suplicante….Lo siento, tenía que hacerlo….me traicionaste…yo te amaba..y tu…tu nunca me miraste…
El brillo de sus ojos se volvía opaco y estos se cerraban lentamente, la sangre que brotaba de sus heridas, ni siquiera manchó el suelo de su habitación, su vestido rojo, la cubrió. Con un último suspiro sus ojos se cerraron completamente, parecía como si solamente los hubiera cerrado por el cansancio, y durmiera placenteramente
…Lo siento, tenía que hacerlo…yo te amaba….yo te amo…por eso estoy aquí…¿podrías perdonarme y seguirnos amando como lo hicimos antes?...lo siento…había olvidado que tu…
Tu nunca me miraste.
sábado, 5 de diciembre de 2009
Pero nunca estabas tu
Sentado en la oscura bruma
Susurraba tu nombre a las alturas
Y como un loco buscaba tu figura
Esa, que prometió estar junto a mí
…Pero nunca estabas tú…
Y así continué caminando
Junto a esa figura amada
Junto a esa diosa desheredada
Esa, que creía eras tú
…Pero nunca estabas tú…
Quise vivir los momentos de alegría
Quise olvidar la angustiosa agonía
Y quise verte reír con energía
Ella, a la que adoraba cada día.
…Pero nunca estabas tú…
Y se borraba esa figura con los días
Se acartonaba tu silueta ya vacía
Desaparecía esa pequeña vida
Esa, esa vida que era mía.
…Pero nunca estabas tú…
Pues nunca estuviste aquí
Y siempre quise que así fuera
Y en este encierro solitario
Solo se encuentra el recuerdo
Y el cadáver descompuesto
De esa…esa que solías ser tú